de lengua en lengua y de una en otra gente, del áspero rigor tuyo la fuerza, haré que el mesmo infierno comunique al triste pecho mío un son doliente, con que el uso común de mi voz tuerza. Y al par de mi deseo, que se esfuerza a decir mi dolor y tus hazañas, de la espantable voz irá el acento, y en él mezcladas, por mayor tormento, pedazos de las míseras entrañas. Escucha, pues, y presta atento oído, no al concertado son, sino al rüido que de lo hondo de mi amargo pecho, llevado de un forzoso desvarío, por gusto mío sale y tu despecho. El rugir del león, del lobo fiero el temeroso aullido, el silbo horrendo de escamosa serpiente, el espantable baladro de algún monstruo, el agorero graznar de la corneja, y el estruendo del viento contrastado en mar instable; del ya vencido toro el implacable bramido, y de la viuda tortolilla el sentible arrullar; el triste canto del envidiado búho , con el llanto de toda la infernal negra cuadrilla, salgan con la doliente ánima fuera , mezclados en un son, de tal manera que se confundan los sentidos todos, pues la pena cruel que en mí se halla para contalla pide nuevos modos . De tanta confusión no las arenas del padre Tajo oirán los tristes ecos, ni del famoso Betis las olivas que allí se esparcirán mis duras penas en altos riscos y en profundos huecos, con muerta lengua y con palabras vivas o ya en escuros valles, o en esquivas playas, desnudas de contrato humano, o adonde el sol jamás mostró su lumbre, o entre la venenosa muchedumbre de fieras que alimenta el Libio llano ; que, puesto que en los páramos desiertos los ecos roncos de mi mal, inciertos, suenen con tu rigor tan sin segundo, por privilegio de mis cortos hados, serán llevados por el ancho mundo. Mata un desdén, atierra la paciencia , o verdadera o falsa, una sospecha; matan los celos con rigor más fuerte; desconcierta la vida larga ausencia; contra un temor de olvido no aprovecha firme esperanza de dichosa suerte. En todo hay cierta, inevitable muerte; mas yo, ¡milagro nunca visto!, vivo celoso, ausente, desdeñado y cierto de las sospechas que me tienen muerto; y en el olvido en quien mi fuego avivo, y, entre tantos tormentos, nunca alcanza mi vista a ver en sombra a la esperanza, ni yo, desesperado, la procuro; antes, por estremarme en mi querella , estar sin ella eternamente juro. ¿Puédese, por ventura, en un instante esperar y temer, o es bien hacello, siendo las causas del temor más ciertas? ¿Tengo, si el duro celo está delante , de cerrar estos ojos, si he de vello por mil heridas en el alma abiertas? ¿Quién no abrirá de par en par las puertas a la desconfianza, cuando mira descubierto el desdén, y las sospechas, ¡oh amarga conversión!, verdades hechas, y la limpia verdad vuelta en mentira? ¡Oh, en el reino de amor fieros tiranos celos, ponedme un hierro en estas manos! Dame, desdén, una torcida soga. Mas, ¡ay de mí!, que, con cruel vitoria, vuestra memoria el sufrimiento ahoga. Yo muero, en fin; y, porque nunca espere buen suceso en la muerte ni en la vida, pertinaz estaré en mi fantasía. Diré que va acertado el que bien quiere, y que es más libre el alma más rendida a la de amor antigua tiranía. Diré que la enemiga siempre mía hermosa el alma como el cuerpo tiene, y que su olvido de mi culpa nace, y que, en fe de los males que nos hace, amor su imperio en justa paz mantiene. Y, con esta opinión y un duro lazo , acelerando el miserable plazo a que me han conducido sus desdenes, ofreceré a los vientos cuerpo y alma, sin lauro o palma de futuros bienes. Tú, que con tantas sinrazones muestras la razón que me fuerza a que la haga a la cansada vida que aborrezco, pues ya ves que te da notorias muestras esta del corazón profunda llaga , de cómo, alegre, a tu rigor me ofrezco, si, por dicha, conoces que merezco que el cielo claro de tus bellos ojos en mi muerte se turbe, no lo hagas; que no quiero que en nada satisfagas, al darte de mi alma los despojos. Antes, con risa en la ocasión funesta, descubre que el fin mío fue tu fiesta; mas gran simpleza es avisarte desto, pues sé que está tu gloria conocida en que mi vida llegue al fin tan presto. Venga, que es tiempo ya, del hondo abismo Tántalo con su sed; Sísifo venga con el peso terrible de su canto; Ticio traya su buitre, y ansimismo con su rueda Egïón no se detenga, ni las hermanas que trabajan tanto; y todos juntos su mortal quebranto trasladen en mi pecho, y en voz baja -si ya a un desesperado son debidas- canten obsequias tristes , doloridas, al cuerpo a quien se niegue aun la mortaja. Y el portero infernal de los tres rostros, con otras mil quimeras y mil monstros , lleven el doloroso contrapunto; que otra pompa mejor no me parece que la merece un amador difunto. Canción desesperada, no te quejes cuando mi triste compañía dejes; antes, pues que la causa do naciste con mi desdicha augmenta su ventura, aun en la sepultura no estés triste. |
Yace aquí de un amador el mísero cuerpo helado, que fue pastor de ganado, perdido por desamor. Murió a manos del rigor de una esquiva hermosa ingrata, con quien su imperio dilata la tiranía de su amor. |
Luego esparcieron por cima de la sepultura muchas flores y ramos, y, dando todos el pésame a su amigo Ambrosio, se despidieron dél. Lo mesmo hicieron Vivaldo y su compañero, y don Quijote se despidió de sus huéspedes y de los caminantes, los cuales le rogaron se viniese con ellos a Sevilla, por ser lugar tan acomodado a hallar aventuras , que en cada calle y tras cada esquina se ofrecen más que en otro alguno. Don Quijote les agradeció el aviso y el ánimo que mostraban de hacerle merced, y dijo que por entonces no quería ni debía ir a Sevilla, hasta que hubiese despojado todas aquellas sierras de ladrones malandrines, de quien era fama que todas estaban llenas. Viendo su buena determinación, no quisieron los caminantes importunarle más, sino, tornándose a despedir de nuevo, le dejaron y prosiguieron su camino, en el cual no les faltó de qué tratar, así de la historia de Marcela y Grisóstomo como de las locuras de don Quijote. El cual determinó de ir a buscar a la pastora Marcela y ofrecerle todo lo que él podía en su servicio. Mas no le avino como él pensaba, según se cuenta en el discurso desta verdadera historia, dando aquí fin la segunda parte . |
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listado x orden alfabetico
- 01000-DEDICATORIA y Prologo - AL DUQUE DE BÉJAR
- 01001PROLOGO A LA EDICION DE DON QUIJOTE
- 0101 C I. Que trata de la condición y ejercicio ..
- 0102 C II. Que trata de la primera salida que de su tierra hizo ..
- 0103 C III. Donde se cuenta la graciosa manera que ..
- 0104 -I. C IV.De lo que le sucedió a nuestro caballero cuando salió de la venta
- 0105 C V. Donde se prosigue la narración de la desgracia de ..
- 0106 C VI. Del donoso y grande escrutinio que ..
- 0107 I. C VII. De la segunda salida
- 0108 -C VIII. Del buen suceso que ..
- 0109 -C IX. Donde se concluye
- 110 C X. De los graciosos razonamientos
- 111 C XI. De lo que le sucedió a Don Quijote con unos cabreros
- 112 C XII. De lo que contó un cabrero a ..
- 113 XIII. Donde se da fin al cuento de la pastora marcela
- 114 - XIV. Donde se ponen los versos desesperados del difunto pastor
- 115 - XV. Donde se cuenta la ..
- 116 -C XVI. De lo que le sucedis al ingenioso hidalgo en la venta que il ...
- 117 -I. Capítulo XVII. Donde se prosiguen los innumerables trabajos que el bravo
- 118 - XVIII. Donde se cuentan las razones que pasó Sancho Panza con
- 119 - XIX. De las discretas razones que Sancho pasaba con su amo
- 120 - XX. De la jamás vista ni oída aventura que con más
- 121 - XXI. Que trata de la alta aventura y rica ganancia del yelmo de Mambrino
- 122 - XXII. De la libertad que dio don Quijote a muchos desdichados que
- 123 - XXIII. De lo que le aconteció al famoso don Quijote en Sierra Morena
- 124 - XXIV. Donde se prosigue la aventura de la Sierra Morena
- 125 -Despidióse del cabrero don Quijote
- 126 - XXVI. Donde se prosiguen las finezas que de enamorado hizo don Quijote en Sierra Morena
- 127 -I. Capítulo XXVII. De cómo salieron con su intención el Cura y el Barbero
- El Quijote de Avellaneda
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I. Capítulo VII. De la segunda salida de nuestro buen caballero don Quijote de la Mancha Estando en esto, comenzó a dar voces don Quijote, d...
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I. Capítulo V. Donde se prosigue la narración de la desgracia de nuestro caballero Viendo, pues, que, en efecto, no podía menearse, acordó...
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I. Capítulo VI. Del donoso y grande escrutinio que el Cura y el Barbero hicieron en la librería de nuestro ingenioso hidalgo El cual aún t...
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I. Capítulo I. Que trata de la condición y ejercicio del famoso hidalgo don quijote de La Mancha En un lugar de la Mancha, de cuyo nombr...
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Hechas, pues, estas prevenciones , no quiso aguardar más tiempo a poner en efecto su pensamiento, apretándole a ello la falta que él pensa...
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s2t2 -I. Capítulo III. Donde se cuenta la graciosa manera que tuvo don Quijote en armarse caballero.I. Capítulo III. Donde se cuenta la graciosa manera que tuvo don Quijote en armarse caballero. Y así, fatigado deste pensamiento, abrevió ...
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I. Capítulo XXVII. De cómo salieron con su intención el Cura y el Barbero, con otras cosas dignas de que se cuenten en esta grande historia ...
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